Vivimos en mundo repleto de prohibiciones y mandatos. Como la educación es un desastre, el Estado ha tenido que entrar a prohibir lo que antes estaba claro que no se debía hacer, y punto.
Lo que antes era inconcebible y se gestionaba con el sentido de autoridad y vergüenza ajena, ahora hay que perseguirlo como infracción grave y multas de hasta 1.500 €.
Una meada muy cara, si te pillan.