La burricie del lenguaje igualitario no descansa, y sus acólitos son infinitos, como los necios según las Escrituras.
Ahora es ni más ni menos que la doctísima, antiquísima y excelentísima Universidad de mi ciudad de acogida -a la que más de cinco siglos contemplan y que se codea con las del Grupo de Bolonia de igual a igual-, la que se ha lanzado con el fervor del consenso al uso del lenguaje igualitario.
Según las crónicas –y uno no comprende cómo no se ruboriza el papel prensa-, la Universitas Granatensis, fundada por el mismísimo Emperador Carlos V, está distribuyendo entre profesores, personal de administración y servicios y alumnado una guía para “desterrar el sexismo de los comentarios y documentos que se generen en el ámbito universitario”.
La guía incluye perlas como la recomendación de que se utilicen términos como bedela o gerenta, y tan panchos y panchas.
Nada, nada, inasequibles e inasequiblas al desaliento y la desalienta, “para que no se cometan más errores sexistas en el lenguaje”, aunque sea a costa de cometer toda clase de tropelías ortográficas, léxicas y racionales. Los miembros y miembras de la causa de la Igualdad siguen imparables…, e imparablas.