Foto atarifa CC |
Como muestra de intenciones, nada menos que voy a empezar con Franco.
Necesito escribir algo ante el vendaval de manipulaciones de estos días con motivo del intento de exhumación de sus restos mortales.
Para centrar el tiro, me fijo en el editorial de ayer sábado 26 de agosto de mi diario de cabecera, un diario que podríamos considerar "centrado". El título es "Regreso al pasado". Primer error. Es un asunto de presente, más aún, de futuro, y nos la jugamos en detalles como este. Estamos ante un ejercicio de manipulación de la Historia para reventar la reconciliación que YA se había alcanzado, un paso más para intentar ganar la Guerra Civil por parte de los que se auto consideran herederos de los que la perdieron, con el fin de instaurar ahora el régimen marxista que no pudieron imponer en 1936, eso que llaman eufemísticamente "República" -como las antiguas "democracias populares"-, régimen liberticida y de terror que llevan años blanqueando.
Porque la II República fue un régimen abominable, que enfrentó a los españoles, responsable de miles de crímenes y de una devastadora guerra civil, en la que se ventilaron dos concepciones del mundo, la civilización occidental de raíz cristiana (cuando digo "cristiana" englobo la herencia judía, el pensamiento griego y el derecho romano) y el totalitarismo marxista, responsable del mayor crimen de lesa humanidad de la Historia, que aún hoy sigue aplicando la máxima "contra los cuerpos, la violencia, contra las almas, la mentira".
Se olvida que Franco, guste o no, representa a todo un pueblo que tras la guerra se puso a trabajar, sobre todo y muy especialmente a trabajar, para convertir un país devastado y dividido en otro unido décima potencia del mundo. Las manipulaciones históricas recurren tanto a las mentiras como a las ocultaciones. Y los casi 40 años con Franco -no "de" Franco- fueron años de paz y progreso, que prepararon a España para la libertad actual y el trato en pie de igualdad con los países más desarrollados. Ese trabajo inmenso y meritorio de los españoles como mis padres es el que deberíamos estar exaltando con la ley de memoria histórica.
No me digan que no huele a podrido llevar los deseos de venganza hasta el extremo de andar violando tumbas y desenterrando muertos. Sin embargo, ¿a quién le extraña? Es lo mismo que hicieron durante la II República.
La vía de decreto-ley, el desacuerdo con la familia o la cuestión legal con la Iglesia católica son cuestiones de menor cuantía. Lo gordo es que el marxismo quiere su revancha. Y no es un pago del PSOE a sus apoyos más izquierdista y nacionalistas; es una pulsión del socialismo mismo; como viene siendo desde la instauración de la II República, contra la que fueron los primeros en atentar violentamente (octubre del 34) y quisieron tumbar desde el principio (recomiendo, por ejemplo, "1936. Fraude y violencia en las elecciones del Frente Popular").
Los que ahora cotizamos ni ganamos ni perdimos la Guerra Civil. Nos beneficiamos del trabajo y el esfuerzo inmensos -llegó a llamarse milagro- de nuestros padres ¿A qué viene esto?
El papel lo aguanta todo, la posverdad ha existido siempre y ahora se sienta en su trono. Pero las heridas que dicen que hay que cerrar estaban cerradas. Las han vuelto a abrir los que quieren venganza. ¡Cuidado! La venganza es un plato que se sirve frío... y no tiene fin.
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