jueves, 20 de septiembre de 2012

La Guerra del Tupper

Mi primera perplejidad tiene que ver con esa manía de llamarlo "tupper", cuando se puede utilizar el tan castizo "fiambrera".

Pues bien, ha estallado la Guerra de la Fiambrera; con los recortes y la crisis, todos los dedos se vuelven huéspedes. Para ahorra comedor, las familias ya no envían a sus retoños al cole con el tradicional "bocata" o "Donut" o "bollicao" -o lo que sea que lleven ahora- de media mañana; ahora cargan, además, con el almuerzo en una fiambrera, como los albañiles de toda la vida. Atentos a cualquier merma o ganancia para los presupuestos, ya hay quien se ha lanzado a gravar esta manera de ahorro familiar. En Cataluña han propuesto que se cobre -ya que no la comida y el comer-, el "uso de las instalaciones educativas", obligado por tener los niños prohibido salir de éstas para nada.

Perplejidades aparte, según expertos en educación consultados por este editor, la cuestión tiene un calado mucho más hondo que el meramente crematístico, que también. Resulta que las comidas en los colegios tienen un poder educativo enorme (educa en orden, combate los caprichos, forma en urbanidad) y consecuencias grandes en equilibrio de la dieta y esas cosas de la nutrición.

En fin, que como el Informe PISA no valore estas cuestiones, lo mismo se nos está hundiendo el barco también por el "tupper" y no nos estamos enterando.

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