Es típico que en estas fechas los aguafiestas de turno se pongan de los nervios, y no digamos si se añaden los laicistas de carnet; entre los dos dan más la lata que una batucada de zambombas.
Pero nada es irreversible. Los comunistas del ayuntamiento de mi ciudad de acogida andan estos días preocupadísimos por el paradero de unas valiosas figuras del Belén municipal.
No, si un laicismo bien llevado da para mucho.
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