viernes, 26 de agosto de 2005

Sacerdocio y matrimonio

A raíz de la ordenación como sacerdote católico de un antiguo sacerdote anglicano casado, se ha reabierto el eterno debate del sacerdocio de personas casadas, cayendo, incluso personas que admiro por muchas razones, en el típico simplismo de quienes tienen una idea superficial de lo que hablan.
Primero: los seminarios occidentales no están vaciándose, se vaciaron hace años; pero ya no, aumenta su número y se mantiene el de seminaristas, que en algunos casos aumenta.
Segundo, se vislumbran claramente los beneficios del celibato sacerdotal, en contra de lo que suele decirse, y también los problemas que causaría su revisión.
Tercero, basta saber qué sucede en las confesiones protestantes que admiten sacerdotes casados (y otros enjuagues) para darse cuenta de que esa no es la solución: están aún más faltos de clero que la Iglesia católica.
En cuanto al celibato sacerdotal en la Iglesia ortodoxa, tan aludido en estos casos, habría unas cuantas cosas que puntualizar, pues también lo consideran preferible y lo valoran como mejor.
Serán pesados...

4 comentarios:

  1. breve, claro y no necesario de más comentarios... Los pastores casados son los que vienen a la Iglesia Católica!!! no es suficiente respuesta para quienes quieren tirar por la ventana las normas de siempre???????

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  2. Buen argumento ése ¿Cómo no se me ha ocorrido a mí...?

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  3. Sobre el tema, publiqué el domingo pasado un artículo que no es mío, titulado El celibato devaluado

    Te dejo el permalink

    http://alemaniaeconomiasociedadyderecho.blogspirit.com/archive/2005/09/19/el-celibato-devaluado.html

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  4. Visto y disfrutado: un testimonio clarísimo, sencillo y generoso. Pienso que en el fondo, los que han "aparcado" su sacerdocio y se han casado sienten una nostalgia invencible de lo que han perdido, y en lugar de purgar su momento de infidelidad con el pesar de la pérdida, y quedar en paz, que Dios perdona siempre, buscan resquicios para no reconocer su parte de culpa, sin darse cuenta, me parece, del daño que hacen.

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