El título hace alusión a un conocido sketch de Goma Espuma, y es lo que a veces pienso que sucede a los descreídos, que son unos tristes.
La contraportada de El País es una especie de altar laico en el que van sucediéndose los santones de la nueva (y vieja) religión civil de la inmanencia. La última perla es de un tal Edoardo Boncinelli, experto en embriones, según parece:
-¿Seremos capaces de concebir entonces seres más felices? –pregunta el periodista.
-No lo creo. Además, para ser feliz hay que ser muy estúpido –responde Boncinelli.
Los vengo observando desde hace años; ese tipo de gente que asegura que la ironía, el sarcasmo, es el humor de las personas inteligentes. Como han expulsado al Creador de sus vidas, han perdido su sentido, viven en una permanente insatisfacción y sobreviven gracias a la mueca que creen hacerle al destino con sus ingeniosidades.
Tristes, que son unos tristes.
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