Por lo visto, no se incluye a los que penan, para siempre, en el Infierno. Por eso, no acabo de entender esa tontuna de querer apostatar que le ha dado a alguno que otro en mi atribulado país, ni su insistencia en que se borre su inscripción en el registro eclesiástico de bautismo, ya que dentro de poco, en el Infierno, dejarán de pertenecer para los restos a esa Iglesia que tanto abominan.
Porque anda que si al final se salvan y se encuentran formando parte de la Iglesia por toda la Eternidad...
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