En el pequeño reino de Bután, encaramado en el Himalaya, ha habido elecciones.
Hasta la semana pasada era una Monarquía absoluta, con la mejor renta per cápita de la región, pese a un retraso tecnológico increíble. Los butaneses vivían tan felices con su Rey... hasta ahora.
Han ido a votar porque se lo ha pedido su monarca, y ellos siempre hacen lo que éste les pide; pero están preocupados: dicen que temen que los políticos enrarezcan el ambiente con sus disputas y palabrerías.
Temen con razón.
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