Consonante con los tiempos políticamente correctos que corren, la tuna de la Universidad de Granada va a participar en una campaña del Ayuntamiento de mi ciudad de acogida para promocionar estas Navidades la comida sana, en realidad, la que se expende en los mercados municipales.
Atrás queda, pues, la vida holgazana, libre y vagabunda propia de los tunos, esos pícaros, bribones y taimados estudiantes que, socapa de de sus instrumentos musicales y sus voces, recorrían los más insalubres tugurios y frecuentaban los más prohibidos balcones.
Menos mal que aún quedan piratas.
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