La cuestión es un tanto escabrosa: un menor de mi ciudad de acogida ha sido condenado por tenencia de pornografía infantil, a seguir un curso de educación sexual.Tal y como está la educación sexual en mi atribulado país, mucho me temo que va a ser peor el remedio que la enfermedad: como echar gasolina al fuego.
a saber como acaba el menor¡¡
ResponderEliminarProbablemente perplejo.
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