viernes, 19 de octubre de 2012

Historias de un Máster. Capítulo II

Como era de temer (ver cap. I, párrafo 2), los dos primeros días de Blas en el máster tienen muy poco que ver con lo del año pasado y los del Carrefour ocupando su clase, nada como que el profesor apareciera media hora tarde, que no encontraran aula disponible hasta pasado un buen rato, etc. Esta vez, puntualidad total, tanta, que como la escuela cierra a las 20:00, hora Merkel, tuvieron que acabar la última clase un cuarto de hora antes y salir a escape.

Además, cuenta Blas, la escuela de salud es un edificio de cuando éramos muy ricos, puesto a todo tren, una maravilla, con bibliotecas, hemerotecas, salas y salones brillantes y relucientes, y por lo general, vacíos.

Las clases muy interesantes, los profesores y profesoras en su sitio, todo muy bien. ¿Todo? Bueno, tampoco es para tanto que el primer día dos tercios de los alumnos aún no supieran si habían sido admitidos, y como solo había un tercio presente, las clases se dieran un poco así como bueno ya saben y cuando estemos todos pues ya si eso.

Minucias.

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