miércoles, 31 de octubre de 2012

Historias de un Máster. Capítulo III

Pues nada, que el bueno de Blas avanza en su máster viento en popa y a toda vela, sin las emociones y sorpresas del pasado año. Cómo añora, me cuenta, situaciones como la que se presentó uno de los primeros días de clase, cuando después de esperar durante media hora o así sin noticias de Gurb ni de nadie, se presentó el profesor dando unas confusas explicaciones sobre un congreso que estaba montando, un montón de e-mails que tenía que contestar y cierto agobio de trabajo, motivos por los cuales no podía impartir sus lecciones esa tarde.

Blas recuerda enternecido que, ante las tímidas protestas de algunos de los alumnos, el profesor pidió unos tres cuartos de hora para resolver lo más inmediato, regresar luego y aprovechar el tiempo que quedara. La espera la amenizaron en el bar, cosa que se reveló un acierto, porque se alargó hasta que se asomó a la puerta un individuo que les informó tartamudeando de que el profesor no iba a poder venir, hecho lo cual desapareció sin más ceremonia.

¡Qué tiempos! Exclama Blas; ahora, lo más que sucede es que, casi mediadas las dos primeras asignaturas, hay solicitantes que se están incorporando porque acaban de comunicarles que han sido aceptados, y otros que están admitidos y no lo saben porque aún no se les ha comunicado. Pero claro, es que el proceso de inscripción fue en junio, ayer, como quien dice.

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