La Ministra de Igualdad de mi atribulado país –porque tenemos un Ministerio de Igualdad en mi atribulado país, que no nos privamos de nada-, ha presentado su medida estrella para luchar contra el maltrato a las mujeres: un teléfono al que los inminentes maltratadores podrán llamar para “canalizar su agresividad”.
No digo yo que sea mala idea, que no me lo parece: debe desahogar una barbaridad eso de llamar y poner verde a quien quiera que esté al otro lado de la línea, y descargar así las ganas de atizarle a la parienta.
Pero para mí que no va a tener mucho éxito, porque tal y como está el patio, lo más probable es que todo el que llame tema verse apuntado en un registro de maltratadores potenciales; y porque a ver quién es el guapo (o guapa) que aguanta el chorreo sugiriendo al airado usuario que adopte “otro modelo de masculinidad”.
En fin, que mientras tanto, sugiero a los “miembros y miembras” -la ministra dixit- de la Comisión de Igualdad que abran la línea a los transportistas, los pescadores y los agricultores, que están que trinan con el precio del gasoil.
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