Acaban de alumbrar en Sevilla a Javier, “niño medicamento” querido para que la sangre de su cordón umbilical cure a su hermano Javier de su “beta-talasemia major”, una grave enfermedad hereditaria.
La técnica aplicada supone, primero, la fecundación artificial; aunque la pareja sea fértil, y, después, la doble técnica de selección embrionaria y perfil genético idéntico.
Dicho en román paladino, de los varios embriones fecundados (no sé cuántos en este caso), se desechan los que tienen la enfermedad, es decir, se los mata, y luego se desecha a los sanos, es decir, se los mata, para quedarse con uno, que es el que se implanta.
Javier nace para salvar a Andrés; pero por el camino se han quedado Pepe, Antonio, Marta, Aurelio, Sofía y no sé cuántos más.
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