Veo en no sé qué revista “del corazón” un reportaje sobre la Primera Comunión de no sé qué hija de famosos; las caras de la niña y de su hermana aparecen convenientemente “pixeladas” para que no se las distinga.
En ese momento pienso que la “protección de la infancia” está rebasando la frontera del ridículo: un reportaje sobre una niña y la pobre criatura parece el Hombre Elefante.
Pero luego entreveo el motivo, medio oculto, ahí, en un destacado esquinado: la susodicha Comunión es ocasión de que sus padres, al parecer mal avenidos, se reencuentren por unas horas.
¿No es bonito?
O bochornoso, y por eso las abochornadas hijas cubren su bochorno con un piados y tupido velo de píxeles.
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