La izquierda siempre a despreciado los apellidos, por ser cosa de aristócratas reaccionarios: todos deberíamos ser “López” o “Pérez” o “García” –“el compañero García…”, por ejemplo-; nada de “Fulano José Fuentes-Batalla de las Cortinas y Alcurnias”.
Y, sin embargo, los apellidos son importantes. Por ejemplo, se insiste en que la Iglesia católica se opone a la investigación con células madre; pero no, no se opone en absoluto. La Iglesia se entusiasma y anima la investigación con células madre ADULTAS, como no podía ser de otra manera; se opone a la investigación con células madre EMBRIONARIAS, en cuanto supone la destrucción de una vida humana.
Ayer se hizo pública la concesión del Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales al naturalista británico David Attenborough, por, entre otras cosas, su “aportación a la defensa de la vida”. En estos tiempos de aborto y eutanasia, habría que señalar que su defensa sólo alcanza a la vida ANIMAL; pero deja huérfana –más bien bajo sospecha- la vida HUMANA.
La importancia de los apellidos.
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