La señora Vicepresidenta de mi atribulado país me ha llamado “retrógrado” –que retrocede, partidario de instituciones políticas o sociales propias de tiempos pasados- por oponerme a la nueva ley del aborto: me acusa de de creerme en posesión de la moral social.
Al margen de manifestar muy poco respeto por los que sostenemos opiniones diferentes a la suya, parece ser que la que está en posesión de la moral social es ella.
No me importaría nada esto, si no estuviéramos hablando de cientos de miles de asesinatos de inocentes e indefensos seres humanos.
¡Venga, sigamos progresando, progrégradas y progrégrados!
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