En castellano de toda la vida se dice cornudo y apaleado. Eso nos está pasando. Los políticos se han reído de nosotros durante años y ahora nos toca a nosotros pagar la cuenta. Y encima los hay que hacen gracietas, y los suyos se las ríen, y todo de nuestro bolsillo. Porque para colmo la culpa es nuestra, que los votamos y les pagamos, en lugar de botarlos y pegarles.
El diputado socialista de moda se llama Javier Garro, logró ayer el aplauso de sus conmilitones, como un bufón de sala de fiestas de barrio chino, proponiendo que los recortes para paliar la crisis alcancen también al dinero que los ciudadanos asignan a la Iglesia católica vía declaración de la renta.
¡Muy bien! ¡Así se habla! ¡Qué paguen más la Banca, los ricos y la Iglesia! jalearon como marxistas surgidos de la noche de los tiempos.
¡Eso, eso! Clamo yo, que el dinero con que Cáritas da de comer y atiende a los pobres de solemnidad que está sembrando por todas partes el gobierno del partido del diputado Garro, vaya a las arcas de Hacienda para pagar alguna necesidad perentoria, democrática y de izquierdas como la Alianza de Civilizaciones.
Y mientras tanto, los diputados siguen sin rebajarse el sueldo.
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