Sólo un escaso 37% -ni llega- de los catalanes aprueban el nuevo estatuto de autonomía. Y eso que no cuentan a los que, como yo, estamos censados en otros lugares de España, por los motivos que sean.
Es lo que pasa cuando nuestros representantes políticos, a los que elegimos y pagamos para que nos sirvan, se distraen intentando pasar a la posteridad poniendo un huevo.
Vale, ya lo han puesto; pero que no nos vengan ahora con que es lo que quiere Cataluña y bla, bla bla.
Por favor, recordemos a los gobernantes que no son más que funcionarios a sueldo al servicio de los ciudadanos, no los depositarios de esencias patrias o de ideales sublimes.
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