Historia increíble o tramposa, eso es un “cuento chino” al decir del saber popular de mi tierra. Y no hay más que ir conociendo detalles de la fastuosa ceremonia inaugural del los Juegos Olímpicos de Pekín (¿por qué hay que decir ahora Beijing?), para corroborarlo.
Resulta que parte de los fuegos artificiales fueron aún más artificiales, fueron virtuales; y eso en el país de la pólvora.
Resulta que la niña que cantó no cantó, sólo era una cara bonita, porque la voz bonita tenía una cara fea; y esto en el país del aborto selectivo de niñas.
Resulta que los 25 niños de las 25 etnias “iguales en derechos ante la ley”, no eran de las etnias de las que iban disfrazados; quizá los de algunas etnias eran muy feos.
Resulta también que los chinos llevan más medallas de oro que nadie y menos análisis contra el dopaje que nadie.
Así se entiende que los dirigentes comunistas hayan pasado por alto todas las promesas de libertad de expresión y derechos humanos hechas las vísperas de los juegos.
Un cuento chino, vamos.
¿Promesas? ¿Qué promesas? ¿Quien dijo prometer?
ResponderEliminar¿No prometieron? ¿Les hemos creído sin que ni siquiera prometieran? ¿Nos han traicionado las ganas? ¿Ni siquiera hemos sido -una vez más- ingenuos hasta la extenuación?
ResponderEliminar