Ribes de Freser tiene lavadero público, como tenían todas las poblaciones. En la mayoría han desaparecido, en otras son un BIC –no el boli, un Bien de Interés Cultural-, en Ribes tiene pinta de poder usarse en cualquier momento, allí, escaleras abajo, junto al río Freser –que, por cierto, hace honor a su nombre, yo encontré fresas silvestres en su rivera-.
Pensé enseguida en esa rumana que viene todos los día a lavar ropa a la fuente de la “plaza sin nombre” que hay bajo la ventana de mi despacho, en mi ciudad de acogida; debe de ser la ropa de toda la tropa de rumanos que se refugia en un chalet abandonado que abre sus ojos ciegos a cuatro pasos de aquí.
Igual tenemos que ir pensando en volver a instalar lavaderos públicos, como volvemos a poner urinarios públicos, tranvías y mercadillos medievales.
¿Fin del progreso?
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