En alfa y Omega:
La portavoz de la Asociación de Víctimas del Aborto (AVA), ante la ONU
Hola! Mi nombre es Esperanza Puente, vengo desde España y aborté a un niño hace diez años. Pertenezco a la Asociación de Víctimas del Aborto. Nuestra organización se dedica a ayudar a mujeres que han tenido un aborto, y que ahora están sufriendo a causa del mismo. El ser humano no nacido es víctima, pero la mujer que ha abortado, así como sus parientes cercanos, somos también víctimas de este drama.
Quisiera aprovechar esta oportunidad para contaros mi propia experiencia. Antes de abortar, me sentía completamente sola. Tenía miedo y no tenía a nadie a quien acudir, y la decisión que tomé no fue una elección con el tiempo necesario para pensarlo. Llamé por teléfono a la clínica abortista, ellos me dieron cita para el día siguiente, y en 24 horas había abortado a mi hijo. En lo profundo de mi ser yo no quería hacerlo, y sabía que estaba equivocándome. No me dieron ninguna información en la clínica abortista. Ningún médico o psicólogo me explicó las consecuencias del aborto. Lo que hicieron fue decirme que sería algo rápido, algo fácil..., que no duraría mucho y que en un par de horas estaría todo acabado.
Esa clínica fría, inhumana y vacía de compasión fue el comienzo de una pesadilla tremendamente larga para mí. El síndrome post-aborto es una realidad. Sufrí depresión, ansiedad y tuve problemas para dormir por la noche. Dios nos dio el privilegio de dar a luz a otro ser humano. Y las mujeres tenemos el derecho de no ser manipuladas. Queremos tener el derecho de acceder a la verdad, y el derecho a ser informadas de las secuelas del aborto y conocer todas las alternativas.
Hablo en nombre de 700.000 mujeres de España.
Esperanza Puente Moreno
Quisiera aprovechar esta oportunidad para contaros mi propia experiencia. Antes de abortar, me sentía completamente sola. Tenía miedo y no tenía a nadie a quien acudir, y la decisión que tomé no fue una elección con el tiempo necesario para pensarlo. Llamé por teléfono a la clínica abortista, ellos me dieron cita para el día siguiente, y en 24 horas había abortado a mi hijo. En lo profundo de mi ser yo no quería hacerlo, y sabía que estaba equivocándome. No me dieron ninguna información en la clínica abortista. Ningún médico o psicólogo me explicó las consecuencias del aborto. Lo que hicieron fue decirme que sería algo rápido, algo fácil..., que no duraría mucho y que en un par de horas estaría todo acabado.
Esa clínica fría, inhumana y vacía de compasión fue el comienzo de una pesadilla tremendamente larga para mí. El síndrome post-aborto es una realidad. Sufrí depresión, ansiedad y tuve problemas para dormir por la noche. Dios nos dio el privilegio de dar a luz a otro ser humano. Y las mujeres tenemos el derecho de no ser manipuladas. Queremos tener el derecho de acceder a la verdad, y el derecho a ser informadas de las secuelas del aborto y conocer todas las alternativas.
Hablo en nombre de 700.000 mujeres de España.
Esperanza Puente Moreno
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