Tokio ha decidido reservar algunos coches de metro sólo para mujeres, con el laudable propósito de evitar el toqueteo de los acosadores. Aparte de que eso no impedirá el magreo de las lesbianas -como se dice que hay tantas y tal...-, preveo el fracaso, una vez más, de la política del parche.
¿No están los japoneses y las japonesas educados y educadas en la enseñanza mixta socializadora, en la tolerancia y en la solidaridad de género? ¿No se habían librado de la educación retrógrada y represiva de la Iglesia católica? ¿A qué viene entonces tanto sobeo?
Parece que tampoco los japonesitos responden al modelo rusoiano del buen salvaje. ¿Será que tienen, como todos, pecado original?
Será.
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