El Papa BENEDICTO XVI, recuerda con frecuencia -por ejemplo, en su Discurso en la apertura de la asamblea eclesial de la diócesis de Roma, 6-VI-2005- la importancia de comprender a fondo el significado del matrimonio y de la familia en el designio divino, frente a quienes se obstinan en reducirlos a meras construcciones humanas y, por tanto, susceptibles de reformas
arbitrarias con el pasar de los tiempos. En realidad -señala el Papa-, el matrimonio y la familia no son una construcción sociológica casual, fruto de situaciones históricas y económicas particulares. Al contrario, la cuestión de la correcta relación entre el hombre y la mujer hunde sus raíces en la esencia más profunda del ser humano y sólo a partir de ahí puede encontrar
su respuesta. Es decir, no puede separarse de la pregunta antigua y siempre nueva del hombre sobre sí mismo: ¿quién soy?, ¿qué es el hombre? Y esta pregunta, a su vez, no puede separarse del interrogante sobre Dios: ¿existe Dios? y ¿quién es Dios?, ¿cuál es erdaderamente su rostro?
Propósito para 2006: leer más a menudo al Papa Benedicto XVI.
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