Ahora se ha puesto de moda en mi suelo patrio recuperar la palabra patriotismo -represaliada vergonzantemente hasta ahora bajo la etiqueta de fascista-; pero, eso sí, con apellido, de forma que se vea que pertenece a otra familia diferente, un patriotismo políticamente correcto, neutro, democrático, de izquierdas.
Primero fue el centro fluctuante el que se atrevió a hablar de "patriotismo constitucional", un patriotismo a la carta -magna; pero carta-, sólo apto para constitucionalistas.
Ahora es nuestro talentoso presidente -el de las ocho soluciones nacionales- quien ha sacado de la chistera de algún ideólogo de gabinete el "patriotismo social", un patriotismo, se supone, con un pedigrí democrático, tolerante y de un talante de la leche.
No sé porqué me viene al recuerdo lo que oí contar de la plata, que si es plata no necesita apellidos; pero si es plata "de ley", o, no digamos, plata "Meneses", cada vez tiene menos plata.
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