Las caricaturas de Mahoma han provocado un encendido debate sobre libertad de expresión, tolerancia, respeto, sensibilidad, civilizaciones... Muy interesante.
Fernando Savater, catedrático de Filosofía y pensador de plantilla, titula un artículo del pasado sábado 11 "Fanáticos sin fronteras". Al final, después de muchas y prolijas digresiones, acaba decantándose del bando de un tal Vaneigem, cuya tesis consiste en que "nada es sagrado. Todo el mundo tiene derecho a criticar, a burlarse, a ridiculizar todas las religiones, todas las ideologías, todos los sistemas conceptuales, todos los pensamientos. Tenemos derecho a poner a parir a todos los dioses, mesías, profetas, papas, popes, rabinos, imanes, bonzos, pastores, gurús, así como a los jefes de Estado, los reyes, los caudillos de todo tipo...".
Vale. ¿Qué tal si empezamos por criticar, burlarnos, ridiculizar, poner a parir a las señoras madres de Savater y del tal Vaneigem? ¿Quién empieza?
Fanáticos sin fronteras.
Prefiero quedarme con lo que propone hoy Antonio Elorza, catedrático de Ciencia Política: "Tariq Ramadan acierta al escribir que el derecho a hacer algo 'no significa que tengas que hacerlo'. El respeto a los símbolos de toda religión, no sólo del Islam, es siempre recomendable."
Respetuosos sin fronteras.
De todas formas, no hay que fiarse de mi primo Tariq Ramadan, y si no, lean, lean.
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