De estos está la prensa llena; si uno sólo lee los periódicos, conoce un mundo muy diferente del real; pero si sólo lee los titulares de las noticias, se adentra en una novela de fantaciencia alucinante a lo Alfred Van Vogt, por ejemplo.
Veamos el siguiente caso: "Capos de la droga en Colombia pagaron a dos cardenales para acceder al Vaticano".
Así leído, parece la conclusión final de una investigación judicial según la cual el Vaticano está -o al menos estuvo- conchabado con cárteles colombianos en el tráfico internacional de droga. Ríete tú de las novelas de Gómez-Jurado o Asensi.
Pero si uno se adentra en el cuerpo de la noticia, descubre que el dinero se habría dado a dos obispos -no cardenales-, en una época en la que los capos repartían su dinero a diestro y siniestro para ganar el aprecio de las comunidades en las que residían, y, SOBRE TODO, que esto lo cuenta en un libro un abogado de mafiosos colombianos.
Yo, que soy abogado, no puedo dudar de que mi colega no descubre secretos profesionales de sus clientes, ni de que mete carnaza para vender mejor su libro, ni de que tenga más relación con los capos que la más estrictamente profesional... Los abogados somos gente honorable.
Pero el titular miente.
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