Se veía venir, no era necesario ser adivino, el asunto de las viñetas iba a desnudar toda la hipocresía de nuestros líderes y opinadores. Venga, grandes discursos, libertad de expresión, sensibilidad y respeto, choques y alianzas de civilizaciones... Parole, parole, parole, que cantaba Dalida a las cálidas declaraciones de amor en los sesenta.
La ministra de cultura de mi país (España) ha declarado que "la libertad de expresión es también libertad de conciencia y de pensamiento" y que "los creadores adelantan y como esto es así, no se les puede poner trabas."
Claro que esto lo dice porque un artista ha puesto en la feria internacional de arte contemporáneo ARCO un Jesús con un misil en la mano.
Todo esto lo leo en mi periódico de cabecera, que titula y prácticamente agota la noticia de la feria con la supuesta polémica y, POR SUPUESTO, reproduce la susodicha obra.
Se da la circunstancia de que mi diario de cabecera no ha reproducido ni una sola de las famosas caricaturas de Mahoma en todos estos días; se da la circunstancia de que nadie va a quemar, boicotear ni amenazar nada ni a nadie por la gracieta del misil; se da la circunstancia -triste circunstancia-, de que el único asesinado por la cosa de las caricaturas ha sido un sacerdote católico italiano que atendía una minúscula comunidad cristiana en Turquía.
¡Que bien! Si los artistas se burlan de los símbolos cristianos, la prensa lo reproduce, la ministra lo bendice y no pasa nada; si se burlan de los símbolos musulmanes, la prensa no lo reproduce, los políticos de llenan la boca de sensibilidad, respeto y alianza de civilizaciones y los sacerdotes católicos mueren asesinados.
Parole, parole, parole.
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