Sería enternecedor sino fuera un asunto serio. Yo supongo que es que no se dan cuenta.
Un reportaje a doble página de mi diario de referencia recoge las declaraciones de cuatro científicos que desmontan un puñado de falsas creencias, del tipo del valor predictivo de las témporas, la existencia de extraterrestres o la de monstruos como Nessie o el Yeti (lástima).
Reivindican un "pensamiento científico y crítico" para todos los seres humanos -cosa que comparto-, y denuncian que "los esquemas educativos y de poder en general (económico, político, religioso, mediático) tienden a reprimir la capacidad cuestionadora". Urge promover -dicen- "desde la escuela, desde los medios y desde la familia, esa misma actitud (científica y crítica) ante todas las afirmaciones para las que se nos exige una creencia ciega, sean paranormales, religiosas, comerciales o políticas".
Resulta curioso que se asocie el pensamiento crítico con el científico y se lo enfrente, en cambio, con el poder económico, político, religioso o mediático, como si la ciencia fuera inmaculada.
Más curioso que se exija cautela y desconfianza ante lo paranormal, religioso, comercial o político y no ante lo científico, como si estuviera fuera de toda duda.
Y más aún cuando, por ejemplo, basta pasar la página de ese mismo reportaje en ese mismo diario para encontrarse con este titular: "El elixir de la eterna juventud. Científicos y laboratorios compiten en la búsqueda de una píldora que combata los efectos de la vejez en las personas. Experimentos con monos y ratones han disparado el optimismo".
Que le pregunten al coreano ese de la clonación.
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