Las leyes deben tener un fundamento objetivo que les da su valor; si ese fundamento es la Ley Natural, la verdad o la realidad de las cosas, dígase como se quiera, las leyes nos protegen de la arbitrariedad de los poderosos, los gobernantes, etc. Así lo han entendido nuestros antepasados, que se refugiaban en los fueros para defenderse del poder.
Pues bien, si el fundamento de la ley es ella misma, porque ha sido decretada por los representantes de una mayoría formal de los ciudadanos, como sucede en las democracias relativistas, las leyes dejan de ser una protección para las personas y se convierten en un instrumento más de los gobernantes.
La ley (y el poder) se vuelve tiránica.
Muy acertado el comentario.
ResponderEliminarOcurre con demasiada frecuencia que los leyes no se dictan para favorecer a los individuos, sino para favorecer a una parte de los votantes de estos, cuando no a los propios gobernantes. En definitiva, ¿puede decirse que son utilizadas en muchos casos como "arma" para defender intereses espúreos?.
Lo vemos en estados, asociaciones, clubs deportivos, etc. etc. Cuando mayor es el poder que se ostenta, el control que puede ejercerse sobre los individuos, prima el interés institucional sobre el de los individuos o súbditos. Se anula a las personas en beneficio de la estructura de poder ¡o del beneficio personal de los propios gobernantes! (véase el ejemplo claro de todos los paises gobernados por dictaduras personales o dictaduras del proletariado).
Claro, de eso se trata, si no hay nada previo al poder, a lo que el poder deba ajustarse para ser legítimo, nada nos defiende del poder, sea dictatorial o democrático.
ResponderEliminar