Ahora que vivimos tiempos de deslumbramiento ante la Ciencia, en que la ética debe amoldarse a los dictados de los científicos -que eso es lo que hacen los Comités bioéticos esos-, tendríamos que agradecer que salgan de vez en cuando tipos como Watson, James Watson -premio Nobel- y digan cosas como que los blancos son más listos que los negros, que éstos tienen un mayor seseo sexual que aquéllos, etc. Así iría creciendo la convicción de que no podemos fiarnos de los científicos, ni creer una décima parte de lo que dicen; y recuperar la idea de que la ética defienda al Hombre de sus desvaríos, poniendo límites, y límites férreos, a la actividad científica.
Nos la estamos jugando dejando sueltos a estos Frankenstein.
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